Su obra, sucesión de circunstancias, los coles hablan por sí solos, impresión, expresión...Los primeros años tierra y desgracia, aires de melancolía en azules apagados que, conforme avanzael tiempo van adquiriendo una vitalidad merecedora en mérito.En 1956 aconsejado por Oscar Dominguez, se establació en los Realejos, lugar donde continúa su taller y residencia, poniéndose en contacto con Eduardo Westerdahl, quien le ayudaría en su trayectoria artística canaria.
Narran historias, anécdotas.``nostalgia'' de un momento duro de vida deseada nuevamente de aires cálidosy colores luminosos respecto a la oscuridad nórdica.
Una serie de micropaisajes realizados a cola y pigmento rojo, crean dinámica en la superficie pictórica más detallada.
Poluciones realizadas a raiz de una intoxicación sufrida en un campo de plataneras,muestran en la serie una visión muerta de la naturalexaque nos rodea, intoxicada, negra de dióxido y carbón.
Litografías realizadas en piedra con grasa y pigmento recrean otra serie de micro-paisajes ricos en fractal y orgánicas.
Una visión del mundo recreada en la cara de una antigua amada, la mano del mundo, tras la cara verdadera, un mundo oscuro sobre mano de tierra , revelan el inicio, juicio y el fin de un espejismo que hasta hoy se presenta.
Un engaño, una traición, desvelada ante lo ojos de Per por los medios de comunicación, pero no con su verdad, la verdad se la llevó a la tumba junto con el mérito no merecido, un colega roba y traiciona al artista que, a dia de hoy, expone con su verdadera firma estos desnudos y el cuadro homenajeado a Marc Chagall.
``Nalgas azules´´; 1959; título dado por Westerdahl.
en 1959, para renovar su aprendizaje, marcha al estudio de André Lhote, y trabajar en formato pequeño enseñado por Carl Palme. Afirma con amargura , al volver a la isla, no se encontraba ya este cuadro en su casa, desaparición causada tras la anterior estancia de un colega en su casa durante su ausencia.
``Tocador de balalaica´´; 1959. 2012;
``Se trataba de una pintura, que Per realizó como recuerdo nostálgico de una de sus estancias parisinas, y en particular de la visita del gran artista ruso Ossip Zadkin,en el que pudo compartir los aires nostálgicos del exilio ruso, incluidos los sones de la balalaica y el encuentro sorpresa de personajes de la talla de Marc Chagall.''
(...)
Celestino Celso Hernández.
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